La piel de un niño pequeño o bebé tiene características propias: es muy delgada, lo que la hace mucho más susceptible a infecciones, irritaciones, traumatismos y perdida de agua. La piel de un bebé es 5 veces más delgada que la de un adulto, por lo que absorben lo que se aplica en ellas con mayor facilidad, penetrando en las capas cutáneas del pequeño. Por eso, es muy importante saber qué estamos poniendo sobre ella, pues algunos ingredientes podrían provocar algunos problemas cutáneos.
Con respecto a la higiene, es importante tener cuidado con ingredientes muy fuertes que puedan alterar el manto ácido protector, ya que se trata de la barrera de defensa de la piel ante posibles infecciones.
Rutina diaria