La insuficiencia venosa crónica, también conocida como varices o venas varicosas, son venas hinchadas a causa de una acumulación anormal de sangre debido a la debilidad, a menudo heredada, en las paredes y válvulas de las venas superficiales. Esto hace que las venas se ensanchen y se dilaten, de manera que la sangre se acumula fácilmente cuando una persona permanece de pie durante mucho tiempo.
Factores de riesgo
Edad avanzada. La prevalencia de las varices aumenta de manera progresiva con la edad. Así, son altamente infrecuentes en la infancia, comienzan a aparecer durante la adolescencia, y son muy prevalentes en la edad adulta y la tercera edad llegando a afectar a un 70-80%.
Herencia genética. Es habitual que las personas que tienen varices tengan antecedentes en la familia. Hay estudios que muestran que la probabilidad de tener varices, si ambos padres tienen, es de casi el 90%.
Embarazo. La compresión del útero y el feto sobre las venas abdominales durante el embarazo dificultan el retorno venoso de las piernas y aumentan de manera importante el riesgo de tener varices.
Sedentarismo. Caminar favorece el retorno de la sangre de las piernas dado que con cada paso la contracción de los músculos bombea sangre de regreso hacia el corazón. Por lo tanto, el estilo de vida sedentario y las profesiones que implican estar muchas horas de pie (o sentado en una posición fija) aumentan el riesgo de tener varices.
Sobrepeso. Aumenta el riesgo de tener varices, tanto por un efecto de compresión sobre el retorno venoso de las piernas (similar al embarazo) como por la asociación con el sedentarismo.
Tratamientos
Para aliviar los síntomas, los expertos recomiendan asimismo una serie de medidas.
Utilizar medias de compresión. Estas prendas ayudan mecánicamente a impulsar la sangre desde los capilares hasta el corazón, impidiendo que se produzcan estiramientos o heridas.
Evitar permanecer de pie durante mucho tiempo, especialmente en el caso de personas con antecedentes familiares del mismo tipo.
Utilizar geles de efecto frío con ingredientes analgesicos y antiinflamatorios como el arnica y el castaño de indias. Aplicar mediante masajes suaves en sentido ascendente o con activos venotónicos.
Tumbarse y elevar las piernas por encima de la altura del corazón, tras largos periodos sentados o de pie.
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